23.10.07



Y sigo.
Leo a Baroja.
Hace un tiempo redescubría "Zalacaín el aventurero", luego "Las inquietudes de Shanti Andía", así que era imposible resistirse a "El árbol de la ciencia" que me llamaba desde la estantería de la librería.
Medio libro está con las puntas dobladas, señalando párrafos para su relectura y apunte. Tan sencillo y a la vez tan complejo como el propio ser humano lo es. El final me resulto abrupto, demoledor, acabo por cogerle cariño a los personajes. Como anecdota: he llorado en todas las novelas históricas que he podido leer a la muerte del héroe, Anibal, Julio Cesar, Ciro Espitama, Marco Polo, dos veces en el caso de Alejandor Magno. En fin.
Vuelo a Baroja.
Me gusta mucho este escritor, novelas cortas, directas, de aquí. No están falseadas para darle más emotividad, no tienen trucos. Todo lo que cuenta puede traspasar la forntera del tiempo y pasar aquí y ahora.
Una pildorita para el espíritu que de cuando en cuando hacen falta.

21.10.07




Leo a Camus por primera vez.
Por raro que parezcca, hay autores a los que no he leído hasta ahora y por los que tampoco tengo prisa en leer. No porque no me atraigan. Es una cuestión de paciencia. Ya llegarán cuando tengan que llegar.
Leo a Camus por primera vez, "El Extranjero", me gusta. Cada página.

12.10.07

Vietnam

Homo, homini lipus.


Regreso de Vietnam.
Mi primera experiencia fuera de Europa, la vieja y conocida.
Allí todo era diferente, el tiempo se deslizaba, yo me movía entre los calores y el frenesí. El lenguaje, los códigos, la temperatura, la comida, los colores, los ruidos, los hombres, las mujeres, los niños, perros, gatos... ahora parece un sueño.
Tan lejos, pero igual a lo conocido en lo esencial.

Regreso con sensaciones enfrentadas.
¿Cómo se consigue hacer de la pobreza una atracción turística? No lo sé, pero allí pasa.
Subir por el delta del Mekong es disfrutar de la brisa fresca a la sombra de un techo de bambú, comer fruta, adormecerse con el ruido consatante y sordo del motor, pero tambien es ver las orillas llenas de viviendas construidas con restos industriales peleando con la vegetación por asomarse, y entender que no hay recursos, que aquello tan pintoresco no es sino pobreza, hambre que se puede suprimir, enfermedades que se pueden curar, enseñanza que no llega...
Lo mismpo pasa en Hanoi, Saigón, las carreteras que conectan las poblaciones importantes, todas llenas de gente.
La gente de Vietnam, tiene toda la dulzura que le falta a su medio. Amables en general, sonrientes en todo momento, picarescos en ocasiones...