7.4.08

Thomas Mann, Francisco Ayala y la fe de llegar algún día


Que la vida es una tómbola se evidencia en signos muy particulares, ya lo escribió Umberto Eco en "El péndulo de Foucault". Así, hace un tiempo que aparqué las ciencias sociales, no por falta de gana ¡no!, pero por tener que ocuparme de otros abatares menos gustosos pero que igualmente se llevan con alegría... Todo empieza en la librería de lance París-Valencia, compro más libros de los que llego a leer pero tratándose de una ganga aprovecho que ya llegará el momento, encuentro uno de Thomas Mann, escritor para mí desconocido y que me apetecía mucho probar. Y ahí ha estado, en la estantería hasta hace apenas una semana que empecé a leerlo. Las tres primeras páginas corresponden al prólogo escrito por Francisco Ayala, otro señor al que nunca he leído y con el que me tropiezo con cierta regularidad en el periódico "El País" que parece que tengan una suscripción a sus reportages (los de F. Ayala). En concreto recuerdo de él que ha cumplido 102 años y que cena un yogurt con miel. Retomo el hilo, así que el prólogo está escrito por el susodicho, suelo saltármelos ya que desvelan de la trama más de lo que a mí me gusta y además condicionan mucho la lectura, pero como en este caso me llama la atención este señor centenario cenador de yogures lo leo. ¡Qúe sorpresa! Resulta que este hombre es preciso en las palabras, escribe frases de las que da gusto ¡oiga! y está lleno de contenido, sigo investigando a ver si leo algún libro de Ayala, ¡qué sorpresa oiga! resulta que ha sido en todos los años de vida que lleva profesor de Sociología aquí y allá por el ancho mundo y además tiene un par de libros editados al respecto ¡carambola de la vida! con lo mucho que echo de menos las lecturas de los clásicos... Mientras tanto "La muerte en Venecia" es otra sorpresa más, un libro corto, inquietante, revelador, ha nacido un gran escritor en mi universo narrativo.

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